Ansiedad - Escapril día 4

Tiene la mandíbula desencajada
la cabeza caída sobre el pecho
de su boca cae un hilo de aceite de motor
que pringa el óxido de su cuerpo actualizado
y acaba entre sus piernas abiertas
en un charco oscuro que empapa la madera
de la silla sobre la que descansa.

Una menstruación extraña
para esta mujer inmortal, esta diosa
de plástico, engranajes y metal
a la que anoche, debió ser anoche,
le saltaron todos los microchips,
se le fundieron los cortocircuitos,
¿quiere alguien apagar esa luz,
no ven que está desnuda y tiene los ojos
derretidos sobre las mejillas?

Como si hubiese presenciado la bomba atómica
de un momento a otro sollozará
y de su nariz emergerá al fin la avispa
que aún zumba dentro de su cráneo
gran imitadora, gran farsante
de las moscas atrapadas
que mueren contra las cortinas
aunque esté abierta la ventana.

Sopla una brisa que le agita los cabellos:
tubos anchos de plástico que caen y ocultan
el rostro muerto de esta Hebe novedosa.
Cierren, cierren esa ventana a cal y canto
no la molesten ella está, creo que ella está
en algún lugar que desconocemos
creo que el zumbido aumenta creo
que deberíamos marcharnos.

Sobre el suelo descansa un cable
que le brotaba del occipital
y aún chisporrotea.
Se lo debió arrancar ella misma
anoche cuando, entre las brumas,
no sólo una avispa sino cientos
le picaron el cerebro.


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