Adagio a contrarreloj

Un grito gutural y una risa
de demonio de Tasmania
dale cariño un volantazo
marca esta curva con tus llantas
que queman el asfalto:
al doblar la esquina te espera
un uno en una caja.

De todo se aprende en todo
existe poesía y una belleza
que me desviste de armaduras
y de estrategias: en el suelo lanzas,
flechas, una amnesia de palabras
que con contener sueñan
este microcosmos nuestro
letras inútiles, sin afilar, tiradas
en el mismo sofá donde Cupido
duerme una siesta involuntaria.

Ya lo has conseguido ya
en ese podio, suspiro aliviado
música de celebración en un rato
saldremos a comprar, vale, cielo:
vaqueros coleta gafas que tiñen el sol
cuidado con la chancla cuidado
con los coches cuidado
por dónde vas que te desvías.

Claro que me desvío,
¿no me ves que derrapo,
no te has dado cuenta
de que tras de esa tienda
hay una caja con un tres pintado?
Tomo una curva cerrada
que desciende por tu hombro
le chirrían las ruedas al carro
pero no te asustes, te juro
que romperé la caja con los puños
que el cronómetro de ahí arriba,
ahí mismo, en la esquina,
nos dará un instante de tregua.

La última caja la parto en la estación
no sé si te das cuenta
dura apenas un segundo
lo que aguanta un beso más
lo que tarda mi mano en decirle
a cada recoveco de mi cuerpo
que la aprietas con la tuya
que eres suave, precioso,
que sólo están en mi cuello
las astillas de la caja rota
al decirte que te quiero.

Ahora selecciona otro circuito
quiero verte jugar, quiero que ganes
aquí donde se puede.

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