Femimorfa - Aroma - Wordtober día 9
¡Abrid por completo todas las ventanas de la casa! Apartad las cortinas, subid las persianas con tanta fuerza que se rompan, ¿qué importa? ¿No oléis la humedad de la lluvia, la tierra que se enternece y ofrece sus poros y sus semillas al agua de los ríos lejanos?
Por los pasillos corremos las muchachas, los niños saltan en las camas, los hombres asoman la cabeza hacia fuera y miran al cielo y nos confirman que sí, que viene, que no mienten nuestras pituitarias de ninfa sin magia. Ya lo sabíamos, pero nos acercamos a ellos, les damos un beso rápido en la mejilla que enfriará el agua, nos reunimos todas y nos damos las manos y bailamos en círculos y saltos.
Entre risas me separo de todas, entre risas y un chillido cuando se ve el parpadeo del primer relámpago. Cada zancada larga con los faldones levantados es un kilómetro de distancia: ya en los jardines se escucha el trueno y el ladrido de un perro asustado, un perro desde dentro de la casona, y mis risas de loca de atar. Llevadme, venga, intentad arrastrarme que esta arena es mía, que el sabor a madera vieja en la boca es el que se oculta en mi lengua, que la tormenta es para mí un bautizo pagano.
Entre risas me separo de todas, entre risas y un chillido cuando se ve el parpadeo del primer relámpago. Cada zancada larga con los faldones levantados es un kilómetro de distancia: ya en los jardines se escucha el trueno y el ladrido de un perro asustado, un perro desde dentro de la casona, y mis risas de loca de atar. Llevadme, venga, intentad arrastrarme que esta arena es mía, que el sabor a madera vieja en la boca es el que se oculta en mi lengua, que la tormenta es para mí un bautizo pagano.
El viento me golpea las espaldas, me agita los cabellos oscuros, y levanto las manos hacia el cielo gris, amarillo, gris violento, negro como mi éxtasis: ¡niña, qué haces, un trueno podría atravesarte y volverte árbol quemado, mal augurio y parca!
Que caiga, señora, quiero ser el chasquido y la muerte, quiero ser bruja de huracanes eléctricos, quiero un vestido de barro y raíces y un perfume de agua inagotable, de cascada gota a gota una dos tres veces desde mis cabellos por mi cuello las clavículas expuestas. Voy a convertirme en una muchacha elemental, en una leyenda, en un viento que susurre mi nombre contra los cristales de la ventana justo antes de que algún hombre tierno la abra.
Increíble la imagen ritual pagana que nos regalas en este relato. Es una maravilla verte, leerte desarrollar historias incluso si parecen tan pequeñas y efímeras, porque en cada detalle se esconden mil hiladas de nueva información y eso, amiga mía, es magia. Me ha gustado particularmente la advertencia sobre convertirse en árbol quemado, porque en el fondo ¿qué bruja no lo es? Espero leer más relatos como este.
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