La soga - Augurio - Wordtober día 7


Soy yo sobre la tarima. Soy yo que recibo los rayos del sol, que se reflejan hacia tus párpados cerrados, ahí medio dormida en un sillón. Se te va a partir el cuello, compañera de vida durante tantos años, vieja dueña de mi cadena fina: la cabeza reposa con dificultad en tu hombro y cuando caminas apenas la sostienes, la espalda inclinada hacia delante. Me he convertido en una carga.
Me he caído, me he deslizado más allá de tu cabeza y no sabrás como. En todos estos años, tras tantas duchas rápidas, carreras abajo por las escaleras, saltos de juventud, horas de sueño, horas muchas horas siempre tantas horas de sueño, amiga mía. Tras tantas veces sus manos en tu cuello, apretándome contra ti, y tus mejillas sonrojadas y tu boca entreabierta y en ocasiones de la violencia de aquello, la venerada violencia de aquello, acababa mi cadena fina como vetas de oro sobre tus labios hinchados.
Después de todo, yo, invicta. Yo, intacta. Yo con mi cierre cerrado, con la cadena completa, todos los eslabones esclavos de mí. Yo siempre sobre tus clavículas. Después de todo yo sobre la tarima.
Entreabres los ojos, te colocas. Sientes extraño el cuello, lo sé, no sólo por el sueño que te ha arrastrado a imposibles y fatales posturas en ese sillón. Sientes extraño el cuello y miras hacia abajo y ahí están tus ojos redondos, tus ojos marrones con reflejos amarillos como el tono de mi metal. Ahí está tu cara de pena: lo sabes, lo sé. No tiene sentido que esté aquí. Me recoges entre tus manos delicadas, examino la tristeza de tu boca torcida hacia la barbilla, el profundo lamento del temblor en tu barbilla, mientras examinas mi broche y mi cadena y no, chica, no: no tiene sentido mi cuerpo laxo sobre la tarima.
Me encierras en tu mano, te la acercas al pecho, siento el sollozo que te brota de una sospecha enraizada, una duda ya resuelta: me he caído y no estoy rota como tú. Me he caído y no volveré a tu cuello. Me he caído y sabes, debes devolverme.
No te preocupes, será otra muchacha, viviré sobre otro pulso. Devuélveme a la familia de la que no formarás parte, tras todos estos años. Concierta una cita, déjame en las manos que ya no puedes amar: su madre va a odiarte, su abuela todavía más, y nosotras seremos, al fin, libres la una de la otra.

(Fuente de la imagen: Tae4021)

Comentarios

  1. ¿Quiero casarme con tu texto? Sí. He tenido que leerlo un par de veces y corrígeme si me equivoco, pero he visto un juego que nos invita a inclinarnos por el erotismo antes de dar un giro y que se convierta en una resurrección. Me gusta muchísimo la imagen de la cadena, el uso de la metáfora de la caída y el romperse, pero sobre todo me gusta que lo narres desde el punto de vista de quien ha vencido. Me parece ver matices biográficos, reales o no, y eso le da todavía más hechura y profundidad a tu obra. Gracias por conquistarme texto a texto.

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