Recorrido
Los elementos como arma - Escapril 2020, Día 28
A mí me forjaron en una fragua:
martillazo a martillazo no doblegaron
el metal indómito que me dio mi madre
cuando aún habitaba el núcleo de su vientre.
Después, con el cuerpo hecho brasas
y la piel hundida y amoratada
me echaron de la fragua, al frío,
durante un vendaval que casi se me lleva
para volverme tibia, obediente
a la muñeca que quisiera girarme,
pero yo cabalgué las corrientes:
no sabían que era hija de los aires
y que ellos jamás me apagarían.
Durante años, tras el largo viaje
entre águilas solitarias y buitres,
puse los pies en el suelo, atravesé
campos, bosques, desiertos
aunque tuviera heridas en las plantas,
ciudades enteras de cemento
que jamás podría mancharme
y a lo tonto, sin pretenderlo,
acabé en una orilla de bravas aguas.
Me he sumergido paso a paso,
he aprendido a tomar las olas,
sacar la cabeza cuando hace falta,
quitarme la sal de las pestañas,
y no podría ser dueña del océano,
pero si oigo voces a mi espalda,
voces de fragua, de vientos negros
de petróleo y de cemento,
las aguas se agitan, se retraen
como un tsunami que amenaza:
por tu bien no te acerques, compañero,
que yo no controlo las mareas
pero ellas saben lo que quiero.
(Fuente de la imagen: Flickr).
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